miércoles, 14 de junio de 2006

Cómo matar a la cultura

Me interesa hacer algunas reflexiones a partir de lo tratado en la Mesa Redonda del Club de Debates Urbanos celebrada el día de ayer en el Círculo de Bellas Artes.

1. El pleito del Albéniz y algunos puntos oscuros que deben aclararse (por ejemplo: si el desistimiento del pleito fue producto de una negociación)

Resultó interesante comprobar que algunos todavía creen que la sentencia desfavorable en el caso del Albéniz no se recurrió. Pese a que en este blog lo hemos reiterado hasta el cansancio (la sentencia fue recurrida), la fuerza informativa de la prensa escrita es difícil de superar.


Y el dato no es menor porque los operadores de la cultura sienten que sus gobernantes declinaron su insoslayable deber de defender el interés público y el patrimonio cultural.

Una Administración puede negociar con los privados en la gestión del interés público. Pero tiene que hacerlo con transparencia y con sujeción a la legalidad.
Hace semanas se nos viene diciendo que la finalización del pleito del Albéniz, provocada por el súbito desistimiento de la Comunidad de Madrid, se inscribió en el marco de una negociación vinculada con la renovación del contrato de arrendamiento para continuar con la programación hasta que se termine el Teatro del Canal. Si eso fue así realmente así debería explicarse públicamente.


Y para analizar tal comportamiento debe tenerse en cuenta la plusvalía generada por la decisión judicial que quedó firme y que pudo revertirse por el Tribunal Supremo.


Esto último no llegó a acaecer por la inesperada interrupción del proceso judicial. Cierto es que el recurso presentado tenía dificultades formales para ser declarado admisible. Pero el Tribunal Supremo marcó expresamente que la jurisprudencia citada en el escrito de preparación del recurso no fue la misma que la que luego se invocó en el recurso propiamente dicho. Nada dijo el Tribunal Supremo del argumento, reiterado tantas veces, vinculado con la absoluta improcedencia del Recurso de Casación (y argumentos vinculados a un cambio legislativo operado en 1992). Hubo en otra época, es cierto, un recurso mejor. Pero el que existía en 2003 –Recurso de Casación-, bien utilizado, pudo dar de sí.


2. Acerca del Uso Teatro

Otro de los temas tratados ayer fue el de la vinculación al uso teatro. Se trata ésta de una típica restricción administrativa dispuesta en interés público, en este caso cultural. No es ninguna novedad ni ninguna arbitrariedad imponer ese tipo de restricciones. Si la restricción impuesta afecta el valor del inmueble es posible que se indemnice al propietario. Estos no son temas nuevos en el Derecho Administrativo. En la sentencia del Albéniz poco se dijo sobre esto. El razonamiento del Tribunal fue: como el edificio no merece ser protegido, el uso teatro se puede relocalizar. Triste y pobre razonamiento. Esto debió ser materia de un nuevo análisis por parte del Tribunal Supremo. No pudo ser por el comentado y lamentado desistimiento.

3. Reflexiones generales sobre la situación jurídica del teatro y posibilidades de sus actuales dueños

Los comunicados de prensa indican que existe voluntad cero de conservar el edificio del teatro tal como esta. Entendemos el castellano. Comprendemos el mensaje. Este es un dato relevante generador de honda inquietud. Estamos en alerta roja. Solo nos consuela saber que la programación en curso es una garantía para evitar la sorpresa de que un día nos levantemos escuchando el ruido de la demolición del teatro. Ningún gestor sería capaz de alquilar otra sala y aprovechar el verano….(con todo respeto).





Las expresiones de los propietarios en el sentido de preservar el uso teatro no nos sirven para nada. Para nosotros la única política cultural aceptable es la que conserve el edificio del teatro, sus trabajadores y la calidad de la programación que se realiza con presupuesto público.

De nada serviría un nuevo espacio teatral con 500 butacas explotado vaya a saber cómo.
Por eso el camino de la expropiación luce como el más indicado en este momento.

Como la Comunidad de Madrid, por lo que se ve, no quiere preservar la enorme inversión realizada en más de 20 años en el Albéniz (que tanto debemos agradecer), solo queda la posibilidad de que sean las otras dos jurisdicciones las que actúen.

No debemos enojarnos con los actuales propietarios del Albéniz por las ideas que tienen y los proyectos que proponen. El capital no tiene patria, ni corazón, ni sensibilidad. Si la pueden tener sus gestores. Es así. Ellos vinieron a hacer un negocio y se encuentran con una respuesta social que fastidia sus planes. Cuanto antes se retiren mejor. La plusvalía ya está en sus bolsillos. Reitero: la plusvalía ya está en sus bolsillos. ¿Está claro? Si venden lo harán al precio de mercado. Uno de los integrantes de la mesa decía ayer lo contrario. Que no se debe pagar el precio de mercado. Me encantaría darme cuenta hoy que ignoro una norma jurídica que avala esa posibilidad. Pero soy un hombre de derecho y no creo en los comportamientos mágicos. Podemos enojarnos con quien no defendió el precio que el teatro tenía antes de que se generara la plusvalía. Eso sí.

4. Un pensamiento final sobre el acalorado debate de ayer

No creo que ninguno de los que estuvieron ayer en la sala tuviera mala intención. Se dijeron cosas que pudieron haberse evitado. Deseo que el la Plataforma de Amigos del Albéniz y el Club de Debates Urbanos sigan juntos en esta lucha dando por superado cualquier incidente.

Todos estamos por la protección de la cultura como política de Estado.

Estamos en alerta rojo en esta batalla cultural y sólo nos detendremos cuando resulte garantizada la preservación del edificio, la de su plantilla y la de su programación.

Beltrán Gambier

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